sábado, 19 de diciembre de 2015

El disputado voto del Sr. Cayo



El disputado voto del Sr. Cayo

Juan Fco. Plaza

       Ha llegado el momento, como cada cuatro años, de cumplir con nuestro deber de ciudadanos, quizás con más trascendencia que en otras ocasiones por lo ajustado del resultado que pronostican las encuestas, y el alto nivel de indecisos, que aún a día de hoy, siguen existiendo (más de un 40% según el CIS).

        Ha llegado la hora de quejarse donde hay que hacerlo, de dar "bofetadas" y repartir premios. El momento de decidir qué tipo de país y de sociedad queremos, si la de los Casos Gürtel, Púnica, Palma Arena, Malaya, Pokemón, Eres, Campeón y así hasta un largo etcétera. La de los Ratos, Bárcenas, Pujols, Lanzas, Arísteguis, etc, etc. O la de apostar por formaciones que lleguen con las ventanas abiertas para hacer el ambiente más respirable y, sobre todo, que esgriman por estandarte la honestidad, la honradez y la limpieza. El arco electoral y las perspectivas se han ampliado en esta campaña, y lo que al parecer se vislumbra en el parto postelectoral, es un panorama sin mayorías.

 

        Como el personaje de la novela de Delibes, que tan magistralmente interpretara Paco Rabal en la película de Giménez Rico, El disputado voto del Sr. Cayo: Un hombre rural sin estudios apegado a la tierra, altivo y orgulloso, con su sabiduría popular nos hace reflexionar sobre el singular universo de la política, los políticos y el lenguaje ladino y sórdido que emplean estos, para intentar darle la vuelta a las cosas y  convencer a los electores de que el país es Jauja y de que no hay lastre que soltar, y solamente las promesas de  futuro son esperanzadoras y brillantes. Un mundo "felíz" sustentado en la mentira y las argucias desmontadas a base de ingenio y tozudez por parte del lugareño. Me parece a mí que no vamos a entendernos”, le contesta Cayo a los políticos que acuden a Cortiguera, su pueblo natal, en busca de su "disputado" voto, después de varias promesas para intentar que abandone su pueblo.

 

Así pues, el porqué de la importancia de decidir con nuestro voto, libremente y sin complejos, y la valía que éste tiene. A veces, unos pocos votos deciden un escaño, nuestro voto es valioso y hay que ir a depositarlo a la urna, no vale quejarse en la barra del bar o en las redes sociales si no se ha votado previamente. No votar implica que otros decidan por ti. La abstención, gracias a una trasnochada ley electoral ideada en el siglo XIX, como la D'Hont, siempre beneficia en una misma dirección.


        Ha llegado el momento, como cada cuatro años, de quejarse, si procede, donde hay que hacerlo, en las urnas.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Trifulcas electoralistas



Trifulcas electoralistas


Juan Fco. Plaza

Las redes sociales arden estos días tras el último debate entre candidatos. Los seguidores de Rajoy están que echan chispas ante la agresividad y supuesta mala educación mostrada por Pedro Sánchez y no es para menos, les va su pan en ello. Por otra parte los seguidores socialistas aplauden y alaban esa misma contundencia y bronquedad de su líder por las mismas razones.
Para los partidos emergentes, que se frotan las manos, ese último debate ha significado otra vuelta de tuerca hacia el final del bipartidismo y la vieja escuela de hacer política desde tiempos de González y Aznar.
                              
Se resiente la democracia, ya que no han estado presentes todos los partidos ni candidatos representados en el Congreso, sino solamente los más mediáticos y uno piensa, no sin cierta preocupación, que al final quien o quienes son los que nos imponen esos candidatos, con sedes tan fastuosas y grandes medios acumulados en tan escaso tiempo de implantación.

Pero volviendo a la última trifulca electoral entre Rajoy y Sánchez. Según mi modesta opinión y la de otros muchos ilustres maestros de la pluma. La realidad es que la otra noche vimos al candidato popular abatido, envejecido, cansado y arrinconado casi desde salida. Nadie creo, excepto al parecer el señor Sánchez, discute, que en su fuero interno, Rajoy sea una persona respetable, honrada y decente, pero no es menos cierto, que ese SMS, que publicó el diario El Mundo. ¡Ay ese maldito y pueril SMS!, que venía más o menos a decir a grosso modo:“Aguanta Luís, aguanta. Se fuerte. Hacemos lo que podemos”. Es una losa al cuello que lo lastra hasta la negritud más profunda en una democracia moderna, como pretendidamente es España. Rajoy, en su momento, cuando le cogieron infantilmente con el “carrito del helado” debió haber dimitido por salud, higiene y transparencia democrática en un momento donde la corrupción política era el principal problema para los españoles y haber dejado el partido y su cargo en manos de Sorayita, personaje emergente a quien hay que reconocerle en estos duros momentos, que esté aguantando el peso del partido gracias a su impoluta imagen y a su inesperado gran impacto mediático.

Rajoy y su equipo de campaña, debieron intuir la que se les venía encima en estos debates televisivos y así rehusaron acudir al primero a cuatro bandas. Al segundo ya era casi imposible decir no. En estos lances es donde se gana el sueldo un líder a costa de la salud.


Sánchez, que empezó seguro y contundente, al final llevó el debate a un barrizal en un intento, aún a riesgo de pasarse de frenada de volver a recoger los votos que le están volando por la izquierda hacia Podemos, que lo haya conseguido o no, lo veremos el 20-D.


 Candidatos antes del debate