El Abrazo del Oso
Juan Fco. Plaza
Pido
disculpas anticipadamente por comenzar este escrito, repitiéndome en relación a
algún artículo precedente, pero es lo que hay, lo que se va viendo venir cada
vez con mayor claridad.
Rebasado ya
el ecuador de la campaña y a solo cinco días para conocer los resultados de esta
anómala y extraña consulta electoral, nada garantiza, sino más bien todo lo
contrario, que no tengamos que acudir a una nueva cita con las urnas. Sería
insólito, sí, irritante, también, pero no se vislumbra nobleza moral, altura de
miras, ni capacidad de servicio al país por parte de ninguno de los candidatos
que se presentan por las diferentes formaciones.
El objetivo
de todos y cada uno de los presidenciables con opciones, es el sillón y los privilegios que conlleva, y
ninguno está dispuesto a renunciar, aún
a costa de la decepción y el cabreo de una sociedad como la española, que no anda
precisamente acostumbrada a estas reiteraciones electorales en tan cortos
períodos.
Con los
populares, que según todos los sondeos sería la fuerza más votada, el partido
socialista, pero sobre todo, unidos podemos, está claro que no van a pactar por
razones y convicciones obvias de su
electorado; ya que sería un suicidio de cara a próximos comicios un pacto “contra
natura” de este calado, y ello sin contar con la inquina personal existente
entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, que ni se preocupan de
ocultarla en actos protocolarios.
Albert Rivera, podría tender puentes a derecha o izquierda, e incluso intentarlo a tres
bandas ya que el, con lo que le auguran las encuestas, no tendría ninguna
posibilidad de ser presidente, ya intentó algo parecido en el frustrado período
anterior y todos sabemos cómo acabó. Solamente, la improbable generosidad de
Rajoy y de Sánchez al unísono podría, supuestamente alzar a Rivera con muchos
menos votos y escaños que ellos, hasta la presidencia de un hipotético
gobierno, pero uno, sinceramente, tampoco contempla esta complicada maniobra,
que exigiría, llegado el caso, de la renuncia, altura de miras, etc, que
comentábamos más arriba. Con Unidos Podemos, C’s nada de nada.
Pablo Iglesias ha pasado
la totalidad de su campaña interpelando insistentemente al partido socialista, que con
quienes van a pactar a partir del 27J y Sánchez le ha contestado que, respecto
a Unidos Podemos, verdes las han segado.
Realmente, al final no sabremos que hará, porque compañeros de cama más complejos
hemos visto en política. Pero, de momento, esa negativa al pacto, mortifica
sobremanera a Iglesias, que solo en esa coalición llamada de progreso, ve la
posibilidad de tocar pelo. Seguramente esa conjunción, PSOE, Unidos Podemos,
junto a algún partido regionalista como el PNV o similar, sería la que más
opciones tendría.
Pero el partido socialista,
ciertamente lo tiene complicado, por las encuestas, que no le dejan otro margen
de maniobra natural que pactar con Unidos Podemos para ser alternativa real de
gobierno por un lado y por el temido “sorpasso” de la confluencia morada por
otro, que provocaría un revuelo interno en el partido de consecuencias
imprevisibles.
El otro día, en un acto de
la Presidenta del ejecutivo andaluz, Susana
Díaz, un destacado dirigente socialista me comentaba, lo que ya había
escuchado de boca del incombustible Alfonso
Guerra y de la propia Susana en algún acto electoral: El verdadero interés
de Pablo Iglesias, no es otro, que alzarse en adalid de toda la izquierda
española, fagocitando a IU y, con el tiempo, al propio PSOE, no dudando para
ello en enfrentar a los dirigentes socialistas con sus bases. Esto, de ser así,
que lo es, según mi criterio, me parece muy grave; ya que un partido con más
oscuros que claros, con un exceso de populismo en sus propuestas, dando
bandazos en su proyecto ideológico y sin apenas experiencia en la gobernanza,
podría erigirse por avatares del destino, la carambola y el hartazgo de los
españoles en opción real de gobierno, intentando hacer desaparecer a un partido
con más de 100 años de historia con sus aciertos y fracasos.
Por ello, entiendo la
postura de Pedro Sánchez en particular y la de la mayoría de militantes y
dirigentes del partido socialista en general, cuándo no se dejan encandilar por
los cantos de sirena podemitas. El abrazo que les ofrece Pablo Iglesias y sus
confluencias en esa hipotética coalición de progreso, al final, para el PSOE,
sería el abrazo del oso.
El intento de Unidos Podemos por fagocitar al PSOE es manifiesto