miércoles, 6 de agosto de 2014

El hartazgo de la sociedad

La Crónica - Diario Independiente de Almería



                      El hartazgo de la sociedad


Juan Francisco Plaza Pérez



Juan Francisco Plaza


Hay una sensación generalizada, que además va en aumento, en la ciudadanía de que la clase política nos ha estado tangando.
Antes, solo los lectores de prensa, los críticos o los muy avezados y curiosos eran conscientes de esta circunstancia, pero ahora la casi totalidad del electorado sabe que ha sido práctica habitual. Y la cosa tiene consecuencias, aunque los políticos quieran mirar para otro lado y restarle importancia.
La última encuesta del CIS de agosto, que rompe en mil pedazos el bipartidismo PP/PSOE y encarama a Podemos como segunda o tercera fuerza política dentro del panorama español da fe de esta cuestión.
Muchos de los votantes de la formación de Pablo Iglesias, saben y son conscientes de que se les vende humo, que más de las tres cuartas partes del programa es irrealizable y que hay mucha demagogia y palabrería y aún así piensan votarles.
La cuestión, según mi opinión, es explicable desde la óptica de que, el electorado quiere dar un golpe de timón a la forma de gobernar, que hasta ahora hemos venido padeciendo por parte de los dos partidos que han manejado la alternancia. Se quiere acabar, o al menos intentarlo, de una vez por todas con los escándalos de corrupción, que día sí y día también nos asolan, amargan la existencia y hasta el estado de ánimo.
Los políticos al uso, faltos de iniciativa, imaginación y en algunos casos de preparación, volverán, de hecho ya lo están haciendo, a apelar al voto del miedo. Cospedal, sin ir más lejos, en un alarde de simplismo pueril llegó a decir el otro día que, “el PP o la nada”.
Pero le da a uno la impresión, que esta vez lo van a tener crudo. Tanta desfachatez, demagogia, descaro y tanto tomar al personal por imbécil, van a pasar factura en próximos comicios electorales.
La sociedad ha llegado a un estado de hartazgo respecto a la clase dirigente sin parangón en la historia de la democracia española.
El caso Pujol, ha sido la guinda, que ha venido a enfangar todo este panorama desolador y lo peor es que la gente barrunta, no sin razón, que es la punta del iceberg de cientos de casos pujols en cada municipio, provincia, comunidad, o sea en toda España.
El electorado ha dado un puñetazo en la mesa y ha dicho: ¡Señores basta ya!¡Hasta aquí hemos llegado!.
Se quiere y requiere un cambio radical en el fondo y en la forma de gobernar y hacer política y que aparezcan en la escena pública española partidos de nuevo cuño, que, al menos entre sus prioridades principales se encuentre el asedio real a la corrupción y el respeto verdadero por la ciudadanía.
Desde esta perspectiva y no otra se entiende el ascenso meteórico de formaciones como Podemos en el último barómetro sobre intención de voto realizado por el CIS.


El Pujolismo

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