Las redes
sociales arden estos días tras el último debate entre candidatos. Los
seguidores de Rajoy están que echan chispas ante la
agresividad y supuesta mala educación mostrada por Pedro Sánchez y
no es para menos, les va su pan en ello. Por otra parte los seguidores
socialistas aplauden y alaban esa misma contundencia y bronquedad de su líder
por las mismas razones.
Para los
partidos emergentes, que se frotan las manos, ese último debate ha significado
otra vuelta de tuerca hacia el final del bipartidismo y la vieja escuela de
hacer política desde tiempos de González y Aznar.
Se resiente
la democracia, ya que no han estado presentes todos los partidos ni candidatos
representados en el Congreso, sino solamente los más mediáticos y uno piensa,
no sin cierta preocupación, que al final quien o quienes son los que nos
imponen esos candidatos, con sedes tan fastuosas y grandes medios acumulados en
tan escaso tiempo de implantación.
Pero
volviendo a la última trifulca electoral entre Rajoy y Sánchez. Según mi
modesta opinión y la de otros muchos ilustres maestros de la pluma. La realidad
es que la otra noche vimos al candidato popular abatido, envejecido, cansado y
arrinconado casi desde salida. Nadie creo, excepto al parecer el señor Sánchez,
discute, que en su fuero interno, Rajoy sea una persona respetable, honrada y
decente, pero no es menos cierto, que ese SMS, que publicó el diario El Mundo.
¡Ay ese maldito y pueril SMS!, que venía más o menos a decir a grosso modo:“Aguanta
Luís, aguanta. Se fuerte. Hacemos lo que podemos”. Es una losa al cuello
que lo lastra hasta la negritud más profunda en una democracia moderna, como
pretendidamente es España. Rajoy, en su momento, cuando le cogieron
infantilmente con el “carrito del helado” debió haber dimitido por salud,
higiene y transparencia democrática en un momento donde la corrupción política
era el principal problema para los españoles y haber dejado el partido y su
cargo en manos de Sorayita, personaje emergente a quien hay que
reconocerle en estos duros momentos, que esté aguantando el peso del partido
gracias a su impoluta imagen y a su inesperado gran impacto mediático.
Rajoy y su
equipo de campaña, debieron intuir la que se les venía encima en estos debates
televisivos y así rehusaron acudir al primero a cuatro bandas. Al segundo ya
era casi imposible decir no. En estos lances es donde se gana el sueldo un
líder a costa de la salud.
Sánchez, que
empezó seguro y contundente, al final llevó el debate a un barrizal en un
intento, aún a riesgo de pasarse de frenada de volver a recoger los votos
que le están volando por la izquierda hacia Podemos, que lo haya conseguido o
no, lo veremos el 20-D.
Candidatos antes del debate
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